lunes, 1 de junio de 2020

Sol Rojo


Ella observa el cielo azul, rosado, lila, el reflejo dorado del sol contra las nubes a modo de esbozo. El sol ilumina las nubes con medio ribete de papel de regalo y la luz es de color durazno y ella piensa que ese color es raro y que el cielo es raro, que no parece propio de ese lugar. De hecho, se para. Se detiene a comprobarlo, trata de ser objetiva, no, no son imaginaciones, el cielo es tan extraño que parece un fondo de pantalla, con las montañas y las siluetas de los árboles, el bosque, superpuestos sobre él. Descubre más nubes de color durazno a su espalda, silueteadas en su parte inferior por el rayo dorado y de nuevo vuelve la vista al sol, esfera roja, naranja, una enorme bola a punto de esconderse. Y cree que es perfecto lo que contempla y se ve incapaz de asimilar tal perfección, de comprenderla.


Está tumbada en la cama, al lado de su amante, el cual está dormido, su respiración acompasada con la suya. Alarga el brazo para tocar su piel blanca. Si tan solo pudiera tocarlo, rozarlo con la punta del dedo índice, también sería un momento perfecto. Pero no quiere despertarle, tiene miedo de molestar su descanso, de decir algo inconveniente, intrascendente. Lo despertará y tendrá que decir algo, y no dirá nada más hermoso que el silencio, por eso no lo despierta, se queda quieta, contemplando su pecho arriba y abajo, su mano extendida hacia él. Se le marcan las venas azules bajo la piel y por un instante, la piel ajena se desdibuja y solo queda la propia.
Si el sol bañase su mano ahora mismo, ¿se teñiría su sangre de durazno? ¿se volvería espesa y dulce?

El otro día paseaba por allí con Isa. La perra encontró un rastro, olisqueaba entre los matorrales y de pronto una liebre saltó al camino, frente a ella. La perra salió disparada, la liebre a saltitos, parecía mucho más lenta y aún así la distancia entre ambas no menguaba. Como en dos dimensiones paralelas, una era más ligera que la otra y no necesitaba correr, sino que se desplazaba por el aire, el viento la llevaba aunque no había viento, y se burlaba de su perseguidora.
Y ahora, cerca de su cuerpo, tiene esa misma sensación. Ella era la perra que se lanzaba en búsqueda a toda velocidad, presa del instinto, y él, la liebre que no miraba atrás y avanzaba a su ritmo, confiado en sus cualidades o puede que sin darse cuenta siquiera de que le persiguen. ¿Qué haría si lograra darle alcance? Ella, que no se atreve a tocarle en medio de la noche por mucho que le desee, por mucho que piquen las manos y las ganas. No, las ganas no pican, las ganas duelen, escuecen, abrasan. Las ganas se arrastran por la cama, se tiran al suelo, se revuelcan, salen al balcón a echar un cigarrito a ver si se calman y regresan a su lugar, bajo la almohada.
Al fin se acerca el verano. Podrá dejar los pantis y las medias, la ropa incómoda, los vaqueros, levantarse por la mañana y ponerse tan solo un vestido. Le gusta caminar con las piernas desnudas bajo la falda, sentir como un muslo intuye al otro. Le recuerda la mano de su amante.
Si fuera osada, además iría descalza, como las mujeres salvajes. Tiene envidia de las mujeres africanas, las mujeres de los poblados que van medio desnudas, con un crío colgado del pecho, testificando su sexualidad. Nadie piensa que van pidiendo guerra, solo son mujeres siendo mujeres.
Cuando camina de ese modo es cuando más cerca se siente de él. Mucho más que en este momento, en el que escucha su respiración, más incluso que cuando lo tiene dentro, pues es así que cree que él está a su alrededor y en todas partes. Él está en la hierba que crece al borde del sendero y en el halcón que la sobrevuela, en el perfume de la madreselva, él es el sol, es el viento que agita las copas de los eucaliptos y su vestido, y el susurro de las hojas del aliso semejante al sonido de la lluvia en una tarde de primavera, que es más suave que la lluvia de otoño y más calmada que la de verano. La ronda como un amante celoso, la besa como un amante amoroso, detrás de la oreja derecha, justo a la altura del lóbulo y se cuela entre los cabellos para rozarle la nuca. Ve una sonrisa por el rabillo del ojo y, mientras se da la vuelta, piensa que esta vez no tendrá miedo. Le echará los brazos a ese cuello inmenso y dirá...

12 comentarios:

  1. Feliz Junio!, compañeros monos y demás fauna.
    El título no va muy acorde con el mes ni con la historia pero la melodía sí. Alguien me presentó a este grupo (mil gracias)y curioseando me encontré esta versión que comparto con vosotros: https://www.youtube.com/watch?v=KpwiLFPxWIc.

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  2. Todo un regalo para vista, la imagen y la lectura. Estupendo texto. Muy hermoso y natura. Me imaginé todo a detalle.
    Cuando haces las cosas con cariño se nota.
    Por cierto. Te diré algo que nadie ha mencionado: Has la letras más grande por favor! ;)

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    1. Gracias, D.
      Lo de la letra, ya sé que es muy pequeña y ya que lo sacas: alguien me explica cómo demonios se hace la letra más grande? Absténganse los que van a decir que en la página de edición hay varios tamaños y tipos de letra.

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  3. Bellísimo Mon, se me cae la baba y la carne se me ha puesto de gallina. Nos has hecho un regalazo. Mil gracias!

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  4. Y dirá : que coño es el durazno???
    Un texto muy real y muy intenso aunque a mí me cuesta conectar con la protagonista y sus sentimientos (quizás por la diferencia de género?)
    Me gusta como juegas con los colores, haces que se vea el relato más halla de unas letras

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    1. Haz cómo yo: tampoco lo sabía y escribí un texto para no olvidarlo, jajaja. No qué va! Es un melocotón, en España también se dice aunque mucho menos.
      Te cuesta conectar? es culpa mía, no pretendía excluir a nadie, pero al escribir ciertas partes pensaba en "leyentes" femeninas, desde luego.
      Lo de los colores no tiene mérito. Si hubieras visto ese atardecer lo entenderías, la foto que puse no es de ese día, una pena.

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  5. Joe, Mon, ¡qué maravilla1 Eres poesía. Son preciosas las descripciones que haces, con esa calma y esa tranquilidad que inspira paz.
    "Las ganas no pican, las ganas duelen, escuecen, abrasan". Por fin alguien que logra explicarlo bien.

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  6. Jolín Kobbe andas algo picaruelo

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  7. Perdona....quisiera hacerte una preguntilla que me ronda la cabeza: ¿De verdad allí en tierras gallegas utilizáis la palabra Durazno para decir melocotón? Es que yo tampoco había escuchado llamarlo así en mi vida. ;) ¿mejor? jijiij

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    1. "No se dice durazno por el norte, pero sí que escuché esa palabra por algún lado (o la leí, ya no sé" ;). Mejor (imposible).

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