Los pobres currelas del restaurante cada vez que se acercaban a la mesa a servir algo, nos miraban con cara de odio.
Si, se podían ver claramente los cuchillos salir de sus dilatadas pupilas con objetivo claro y directo hacia la yugular.
A Flaneta y a mi eso realmente nos resbalaba.
La conversación continuó siendo de lo más sui generis y plato a plato el rato se iba haciendo más ameno.
- Sabe fea? Estoy empezando a apreciar su compañía. Hip, hip! Qué le pasa a moi?
El alcohol empezó a pasarle factura a mi amigo verde y al pobre le dio un hipo de lo más pesado y escandaloso.
- Eso es hipo Flaneta.
- Ohh! Io me voy pal otro barrio!
- No hombre, no, sólo necesitas un susto.
- Un susto?
- Si, con un susto se quita.
- Y a qué espera guapi? Asústeme!
- Ummm, nunca he asustado a un extraterrestre. Qué le da miedo?
- Las faltas ortográficas, los textos mazacote, los bodegones…sigo?
- Uy pues no sé cómo asustarle con eso. Sabe Flaneta? E de admitir que le estoy cogiendo cariño.
Mientras decía esto, me fui acercando poco a poco hasta que no cabía ni el aire entre los dos.
Verdecillo se quedó serio con la mirada muy fija y los ojos como platos.
- Este… le pasa algo? Tiene frío?
- No. Sabe lo que es un beso?
- Ehhh… eso es un osculito, no? Qué pretende? – dijo juntando el entrecejo.
- Ummm probar un bicho verde.
Se le empezó a abrir la boca como si de repente la mandíbula se le hubiera roto. Y se quedó así, seco clavándome la vista.
- Ves Flani? Se te ha quitado el hipo.
- Ummm esto ha sido una jugada sucia, fea! – exclamó enfurecido agitando su dedo largo arriba y abajo.
- No se enfade hombre.
- Bah! Mujeres!
Esto hizo que Flaneta me tuviera un buen rato sin conversación. Se limitaba a comer y beber ignorando mi presencia.
- Bueno, está bien, le pido perdón. Le he tomado un poco el pelo.
- Si, se ha burlado de moi y eso no se me perdono. Io tenía preparado algo especial para usted en los postres…
- Ah, si? Cuente, cuente!
- No, no hay nada que moi tenga que decir. Aplico el mantra de la venganza.
- Bueno, yo me lo he buscado.
Hubo cambio de turno de camareros y el último plato nos lo trajo una chica muy mona con el pelo encrespado y el rostro blanco nórdico.
- Les traigo “Lomo de merluza con kokotxas, aire de café y cayena fresca” espero que sea de su gusto señores.
Su voz era dulce como un ruiseñor y sus gestos aunque aniñados eran muy elegantes. Le di las gracias y me dirigí a Flaneta quién se había quedado otra vez con la mandíbula rota.
- Es mona la camarera.
- Siiiii! Es un ángel! Grgrgrgr
Comenzó a hacer ruidos extraños.
- Le pasa algo?
- Nooo es, es normal, moi está enamorado.
- Ah! ya, la camarera. Pues rápido se queda pillado- le reproche cruzando los brazos.
- Uy, siento celossss? – susurró cambiando el gesto a uno incisivo.
- Celos? Ja! No me haga reír. Qué iba a hacer con un medio metro como usted? No tengo ni para empezar.
- Jejeje – sonrió entre dientes- siento su enfado- exclamó apretando los labios y mirándome con los ojos medio cerrados.
- Déjese de bobadas!! Menos mal que esto ya termina!
Cómo que ya termina? No hay sobremesa?
ResponderEliminarQuiero el libro de reclamaciones.
Jajja, por más q le intenté ver el morbo no lo encuentro cómo para escribir la voltereta
EliminarYo no sé que le veis a ese mamarracho verdoso... siempre me levanta las mujeres ;)
ResponderEliminarNo te pongas celoso. Cada uno tiene su encanto.
EliminarBueno, en mi defensa diré q la historia ha sido un caprichito del verde
EliminarME causó mucho en gracia cuando se le arrimaron al Flani. jejeje
ResponderEliminarJejje había q ponerle nervioso para quitarle el hipo
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