- ¿Armario? Yo no tenía armario, yo tenía un escaparate con una enorme cristalera y dentro había un desfile de moda de la fashion week.
- Pero en algún momento notarias que eras un desviado
- Desde siempre he sido diferente. En el cole el profesor sabía cuál era mi trabajo porque le echaba una tonelada de purpurina.
- Bueno, de niño es normal hacer esas chorradas…
- Ya pero yo lo hacía en el instituto y para un trabajo de historia sobre la guerra civil…Y ya que me ponía aprovechaba para echarme purpurina por los labios. Estaba resplandeciente.
- Madre mía, debías de ser el más popular del patio...Se te debían rifar en las pachangas de futbol.
- ¿Y tú, cómo eras de niño, Pangolín? Te imagino como ahora, sentado al fondo de la clase con cara de sueño y un cigarrillo en la comisura de la boca.
- Mejor no abramos esa puerta, la adolescencia es la época más turbia de una persona. Y la mía fue más bochornosa que escuchar a tus padres follar… ¿te sabes el del sentido del gusto?
- No, Pangolín
- Va un tío a una librería y pregunta al dependiente: Disculpe ¿Dónde está la sección de libros sobre el sentido del gusto?
Y el de la tienda le responde: Lo siento, pero sobre gustos no hay nada escrito.
Jajja con la Papaya me iba de fiesta a Chueca. Pangolin parece el amigo muermo
ResponderEliminarLos chistes cada vez me gustan más.
ResponderEliminarAy, ese Papaya, con él a Chueca y a los carnavales de Cádiz: el comentario del escaparate es de morirse, pero me voy inclinando hacia el lado Pangolín.
Tendré que meterle chicha a Pangolín el pobre....
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