Etiquetas
lunes, 29 de junio de 2020
Cuentecito 2
Carta de amor para mi amor (con retraso)
Diego, escribiendo esta carta me siento estúpido ¿Qué valor pueden tener unas letras a la hora de expresar todo lo que siento? Es como intentar explicar el sabor del chocolate a alguien que nunca lo ha probado. Hay que sentirlo, vivirlo a través de los sentidos, que las endorfinas den un meneo a tu cerebro.
No consigo sacarte de mi cabeza. Echo de menos simplemente mirarte, olerte, saborearte…pero sobre todo añoro el sexo contigo. Extraño que nuestras pieles se rocen y friccionen, que gotas de sudor resbalen desde mi frente a tu espalda, sentir que bajo mi cuerpo hay un volcán indomable a punto de explotar. Me pones tanto…
Te voy a contar una cosa para que veas lo caliente que voy. El otro día fui a un centro comercial y al pasar por delante de una perfumería me golpeó el olor a tu colonia. Me puse tan cachondo de recordarte que me tuve que ir corriendo a unos probadores a masturbarme… Menuda vergüenza pasé al salir por miedo a que alguien hubiera dado cuenta. No es que esté orgulloso, pero la erección era tal que me dolía bajo los vaqueros.
¿Cuándo volveremos a estar juntos? A oír tu voz, a cogerte las manos, a sentir que me abrazas cuando estamos en la cama y tener esa sensación de protección como si fuera un niño. Saber que entre tus brazos, nada fuera de nuestra casa me puede dañar.
Es curioso, yo que siempre he sido un poco picaflor como me decía la yaya, ahora me encuentro adherido a ti. Atemorizado ante la sola idea perderte, de que en la distancia te busques otro más guapo, más alto, que te haga reír más que yo. Me duele tanto que llego a pensar en si no sería mejor no haberte conocido y así no tener el miedo a que esto se acabe, seguir con mi vida de polvos de una noche sin compromisos ni sentimientos. Volver a ser uno, a que haya más preguntas que certezas, a volver a mirarme al espejo tres veces cada vez que salgo de casa.
Te quiero, te necesito, vivo por ti.
domingo, 28 de junio de 2020
Mi querida ID
Te quiero perreal
Mía Rosalía
Ames, 6 de Septiembre
Mi Rosalía:
¿Por qué siempre tenemos ganas de poseerlo todo?
Ha pasado un mes desde nuestro último encuentro y aunque te juré (y me juré) no forzar las cosas y yo misma tenía dudas cuando este sea lo que sea empezó, cada día me cuesta un poco más pasar sin ti.
No me reconozco en esta dependencia, en este enganche que tengo contigo. He intentado exorcizar tu recuerdo en otros cuerpos, pero desde que probé el tuyo, no me llena ningún otro. La forma en que te ciñes a mí casi anticipando cada movimiento, tus piernas enroscadas con las mías, tus pequeñas manos capaces de arrancar gemidos de los lugares más insospechados y esa forma de mirar... ¡Dios!, no tienes ni idea de lo que siento cuando estoy justo ahí, en ese punto secreto que descubrimos juntas, y me miras, un instante antes de correrte. Cariño mío, ¡eres el polvo de mi vida!
Te llevo bajo la piel. Ayer caminaba por la calle y de repente me envolvió tu aroma. Supongo que me crucé con alguien que usaba el mismo perfume, pero tuve que entrar a un bar y pedir algo frío.
Pensar que aún faltan dos semanas para vernos es desesperante. ¿Qué le dirás esta vez? No quisiera volver a encontrarlo y meter la pata; sabes que no me perdonaría perjudicarte por mucho que le envidie.
Aunque si lo descubriera por otros medios...
Oh, no estoy orgullosa de ello pero si soy honesta, al pensar que él despierta cada mañana y es tu rostro lo primero que ve y tu cuerpo lo último que abraza cada noche, deseo que lo sepa solo por hacerle sufrir. Sé que no tiene la culpa, pero imaginarlo sobre ti cuando debería ser mi lengua la que te recorriera, me enferma. Me consuelo con que es a mí a quién ves mientras te lo hace, mi nombre el que pronuncias por dentro, nuestras escenas más impúdicas las que evocas para encenderte. Tal como yo lo estoy en este momento.
Me parece increíble el tiempo compartido sin que ninguna de las dos reparase en la otra de esta manera. Menuda amistad la nuestra, yo llorando mis fracasos en tu hombro y tú con tus consejos que nunca funcionaban, salvo el último.
Deberíamos enrollarnos.
Bromeabas, claro, pero plantar a aquel gilipollas y comerte la boca fue la mejor decisión en años.
Supongo que tras leer estas líneas, entenderás la pregunta del comienzo. Yo que me burlaba de los pobres infelices que no contemplan al objeto de deseo sino desde la posesión y la exclusividad… pues bien, soy una de ellos cuando digo que te deseo solo a ti y te deseo mía.Y créeme que puede tanto el miedo a asustarte y no volver a verte como el reconocerme perdida entre tus muslos.
Mi hermosa Rosalía, ¡cuánto te echo de menos!
sábado, 27 de junio de 2020
Sólo para TUS ojos
viernes, 26 de junio de 2020
Reto: Carta de amor para ti
Oye, que esto es para ti,
Sí, para ti.
Quiero decirte que te quiero decir que te diré, que dos más dos son cuatro cuando yo quiera, pero así y como he comenzado esta historia, contigo, o con una parte de ti, eso no importa. La cosa es que estoy pelando patatas y me lloran los ojos, cosa extraña. Ahora voy a freír sushi, cosa más rara aún. No te echo de menos porque casi ni te conozco, quizás eres un limón con ojos o una mandarina con boca. Pero la verdad es que te pincho, y no sangras. He comenzado a escribirte cartas sin conocerte aunque se que te quiero, pero no sé cómo te quiero, y eso es así, es extraño. Hoy he visto a un niño, me he asomado a la ventana, y le he tirado un jarrón que tenía ganas de romper para hacerle kintsugi, o el seppuku a un macaco japonés, y bañarme con él en las aguas termales, dicho sea de paso. Con el mono, no con el niño.
Bueno, no soy de escribir cosas largas, pero haré una excepción pensando en la de veces que quiero abrazarte como a un globo lleno de agua y partículas de colores vivos, no muertos. Abrazarte, estrujarte, apretujarte, tal cual como en un metro de Tokio en hora punta. Pero sin llegar a sacarte los ojos. No pienso ir descalza para que me huelas los pies, porque mis pies son de tofu, y mi corazón es un dorayaki muy apelmazado con pasta de azuki pasada de fecha. No soy de amores de otoño, no soy de amores de verano, soy de amores verdaderos como los de Karekano, o algo así, claro. Déjate de tonterías, y quiéreme, soy fácil de recordar y difícil de meter en el bolsillo enano de tus tejanos favoritos, esos que tienen miles de agujeros.
Seguro que me sueñas por las noches, y no lo sabes. Seguro que estoy detrás de tu espejo, y piensas que soy tu reflejo que te devuelve la sonrisa. Quizás me retuerzo en mi ombligo mientras saboreo un terrón de azúcar, metida en el sótano de tu casa, sí, como una mosca. Quizás me limpio con mis patitas delanteras, y parece que estoy tramando otra fechoría. Quizás me quieres, y no lo sabes; todavía.
Porque yo ya he soñado cómo voy a secuestrarte la próxima vez que nos veamos. Ya tengo la furgoneta y el cloroformo, la cuerda y la cinta americana. Es broma, sólo quiero atarte a mi cama y no dejarte ni para ir a comer. Oh, eso ha sonado muy sado, y lo es. Seguro que tú también quieres que te encadene o te ate a mi cama, y después dejarte untar de mermelada de fresa para que mi gata la lama.
Todo esto que te digo se me ha ocurrido soñando en lo que te voy a hacer cuando te vea, después de que hayas recibido mi carta de "amor".
Oye, que no quiero asustarte, sólo quiero que me quieras un poco, que sé que te sobra amor, ¡y eso es difícil en los tiempos que corren! No estoy loca, eh. Sólo me faltan algunas piezas y algún que otro condensador no hace bien su función, por eso me arde la cabeza de deseo por ti.
Ummm, te quiero, te quiero, te quiero secuestrar. No, pero te quiero a mi lado, ahora, en estos momentos, para que sientas todo esto que te estoy escribiendo, o lo que sea. Bueno, también quiero que nos casemos y que seamos felices. Pero eso es muy tradicional, si hay pastel de por medio.
Sólo quiero decirte que me pica el corazón de pensarte, y no es una manera de hablar. Necesito que me lo rasques con tus uñas de escalar montañas de basura espacial. Necesito que me hagas un escalado y un boceto de lo que tengo aquí en el pecho, latiendo por ti, tan fuerte como la patada que te voy a dar en el estómago cuando tenga la primera ocasión. Te necesito.
Bueno, espero verte pronto en mi casa, atado a mi cama, con un tutú rosa y una diadema con sombrerito de copa. Sirviéndome en todo lo que te mande.
Te quiero, soy Mako, no me olvides
¡Qué no me olvides!
Siempre tuya, desde hoy, desde que te vi
MAKO
Reto: Carta de amor para Mako
PD: esto es una carta de amor aunque no lo parezca
Queridísima Mako, Makoto (o como más te guste),
Hace tiempo que ya no leo tus cuentecitos de terror que tanto me gustaban, ¿estás ausente por alguna razón? Quizás se te ha acabado el tofu y no te quedan mochis en la despensa, o tu gata ya no te acaricia los mofletes como hacía yo, antaño.
Echo de menos cuando me acariciabas el lomo como a una nutria en un lodazal, cuando tus ojos miraban a los míos, y como salían con muelles y se caían al suelo, como estallaban nuestras cabezas como sandías en un día de agosto, golpeadas por niños ciegos de manera ocasional, con sus ojos tapados por unas hermosas bandas de color negro con palabras escritas en kanjis que venían a significar "tonto". Tú dirías "baka", seguramente. Echo de menos tu acento de Chiba, aunque ahora seguramente es más de Kobe, aunque están una pegada a la otra, ¿no es cierto? Echo de menos tus besos de chocolate con sangre y arroz, con ese tufillo a sake del malo que tanto te gusta beber para inspirarte, cuando no, siempre tienes alguna botella de shochu del normalito, del que se hace en la prefectura de Hyogo, que conste que no digo que sea malo, pero es mejor besarte cuando has bebido licor de melón, o de ciruelas; incluso. De todas formas, echo de menos tocarte cuando suenan los taikos en agosto y cuando es otoño en Pekín. Tampoco tengo noción del tiempo de cuándo nieva en París o cuándo caen ranas en Tokio. La cuestión es que sabes que te quiero, que te echo de menos y que me siento como un maneki neko al que se le acaba cayendo el brazo de tanto llamar a la suerte.
No sé cuántas veces he echado de menos que me eches de más, que me tires papelitos de colores después de embadurnarme el pelo con pegamento escolar, porque te gusta hacer ese tipo de cosas, eres así de loca. No me olvido de las noches que me he pasado sin dormir a tu lado, hablando de tonterías diversas, como por ejemplo la vida social de un huevo podrido en la nevera. Pero echo mucho de menos tu sonrisa, esa sonrisa que parece un tajo de sandía, sí, como la de esos niños que se van contentos del natsu matsuri con su careta de Doraemon. Quizás echo de menos estar contigo, quizás echo de menos ser un trozo de ti, de tu tarta de cumpleaños, ¡qué se yo! Echo de menos no tener tus tonterías en mi vida, y a veces me siento un personaje de uno de tus cuentecitos, uno de esos a los que les acaba faltando la cabeza.
Parece que si no viene el monte Fuji al caminante, el caminante tiene que joderse los pies y subir al monte Fuji, sí, supongo que tendré que ahorrar unos cuantos céntimos para poder sacar suficiente para un pasaje.
Postdata: el orden me importa un pepino, me despido pero volveré.
Te quiere, tu fiel amante
Alexis
miércoles, 24 de junio de 2020
Reto : carta de amor a María María.
martes, 23 de junio de 2020
Meigas
Carta de amor 2
Desde que nos alejó el maldito trabajo, no levanto cabeza.
Se que nos prometimos no echarnos en falta puesto que lo que tenemos es tan especial que creíamos que a pesar de la distancia, nos sentiríamos igual de cerca. Pero seamos sinceras, no es así.
Se que aunque sólo pueda disfrutar de ti los fines de semana valen más esas horas que los días que pueda pasar el resto del mundo juntos pues nos amamos como pocos afortunados tienen la dicha de vivir.
Sin embargo, en mi soledad, mi piel no para de sentir tu piel pálida y desnuda, haciéndome estremecer y deseando que fuera cierto y no sólo una burda jugada de la mente.
Tengo ganas de agarrarme fuerte a tus caderas y fundirme en mil besos con tu boca, perder el sentido y la noción del tiempo mirándome en tus ojos y no pensar en nada más que no sea en acostarme una y otra vez contigo.
Ardo de deseo y desespero. En las noches te busco y me acaricio hasta que termino llorando tras el orgasmo.
A veces quiero hacértelo lento, besarte a penas rozándote, haciendo crecer las ansias. Desnudarte sin prisa y morir y volver a nacer entre tus piernas.
Otras, las ganas que se retuercen por dentro desean hacértelo como un hambriento animal salvaje, sin a penas desnudarte, morder tus carnes y arañar tu piel. Jadear con rabia y terminar con un subidón de placer.
Por el día me resigno a imaginarte, a imaginar que me sorprendes tapándome los ojos mientras besas mi cuello o me cantas al oído una canción que me gusta.
Maldita sea, te echo de menos.
Odio esta distancia que nos prohíbe darnos la mano, que mata mis ganas con un triste y frío aparato.
Quiero agarrar fuerte tus pechos, lamerte hasta desgastarte y hacerte temblar, hacerte creer que el cielo existe y que lo alcanzas cuando hago que te corras.
Ginna, creo que me voy a volver loca.
Aún quedan tres días para verte y cuando vaya a recogerte al aeropuerto te juro que te lo haré en el coche. Me da igual si nos miran, si nos multan o qué se yo.
Ya es tarde, debería dormir. Tras otro orgasmo autofabricado, me despido con una tristeza infinita. Este debería ser tu sitio y en cambio vemos pasar el tiempo hasta que esta situación nos regala unas migajas de minutos en los que los segundos los exprimiremos como si fueran horas.
Te espero. Te añoro. Te quiero.
Reto: Cartas al amante ausente
lunes, 22 de junio de 2020
Carta de amor
Nunca pensé que podría escribir esto.
Estaba de vuelta de todo y necesitaba hacer algo diferente.
Un día, por casualidad, encontré aquella agencia de viajes que tú ya conoces y que hizo que coincidiéramos.
Contraté un viaje a un sitio diferente, lejano, con idea quizás de encontrar algo que no buscaba o que creía perdido, no sé.
En el avión nos sentaron juntas, y con las mariposillas en el estómago por la aventura que comenzaba en aquel mismo instante, siendo completas desconocidas, comenzamos a hablar de nuestras vidas, a reírnos del dolor, a llorar de puro sentimiento.
Claro está, en parte la culpa fue por las doce horas de vuelo que soportamos y por los lingotazos que nos pegamos con la complicidad de aquel azafato gay tan requete guapo.
Al llegar al destino, nos quedamos en silencio.
Creo que a ambas nos daba pena despedirnos pues hacia tiempo que no teníamos ese buen rollo que logramos durante el trayecto.
Cuando salimos de la puerta de embarque, los representantes de los tour operadores estaban captando a sus clientes para acercarlos a sus hoteles.
No sólo íbamos con el mismo tour operador, si no que nos alojamos en el mismo hotel. Ahora pienso en lo maravilloso que puede llegar a ser el destino.
Desde aquel momento, decidimos compartir las vivencias en aquel peculiar país.
Y nos hicimos inseparables. Siempre juntas. Tú, adorablemente inquieta e incansable, te levantabas temprano para estudiar la ruta que íbamos a hacer ese día, y yo , imperdonablemente perezosa, me levantaba y te descubría ensimismada entre mapas y folletos.
Yo me dejaba guiar y tú me contabas historias de cada rincón que explorábamos, con tanta pasión, que me importaba un bledo si eran verdad o habían sido previamente gestadas por tu bulliciosa imaginación.
Una tarde, ya en el hotel, con los pies reventados de desgastar suela, fui a ducharme.
Al salir, estabas tirada en la cama, zapeando, intentando encontrar algún canal entendible a nuestros oídos.
Me despoje de la toalla y me empecé a embadurnar de crema hidratante, como tenía costumbre.
Entonces, me miraste muy seria.
Hasta aquel momento no había visto ese gesto en tu cara y te pregunté qué te pasaba.
- Tápate, haz el favor. – Me soltaste con desagrado.
- Qué pasa, te escandaliza ver dos tetas?. No sabía que fueras tan puritana.
- Cállate, tú qué sabrás.
- Sólo sé que esta es mi habitación y si te molesta algo, piérdete.
- Si, creo que es hora de que me marche.
Cuando tenías la mano en la manilla de la puerta te agarré por el brazo.
- Qué te pasa? Qué te ha molestado?- Te interrogue, tratando de ser comprensiva.
- Maldita sea! Soy lesbiana y no quiero que pienses que te miro con lascivia.
Me quedé parada sin saber qué decir. Creo que en parte me avergonzó el haberme mostrado ante tí.
- No vamos a darle importancia, vale? Te aprecio como amiga. El resto, procuraré no molestarte.
- Gracias, no estoy acostumbrada a esto, normalmente las chicas se sentían incómodas ante mi presencia y trataban de ocultar su cuerpo. En la clase de gimnasia o en el equipo de balonmano.
No sentí otra cosa que abrazarte, me parecía tan cruel ese rechazo. Tú eras tan maravillosa…
Después de aquello creo que nuestra amistad se hizo aún más profunda.
Aventurera y a lo mejor incosciente, me llevaste a practicar casi todos los deportes habidos y por haber; descenso de cañones, paseo a caballo, viaje en globo…
Pero lo peor fue cuando a una torpe como yo sé te ocurrió llevarla a hacer surf.
Hasta el momento me sentía realizada y capaz de comerme el mundo por haber hecho todo aquello que jamás lo hubiera intentado por mi misma, así que cuándo me planteaste ir a coger olas me vi con fuerzas de intentarlo.
Craso error.
Una de las veces, el oleaje me hizo caer de la tabla en la que a duras penas me mantenía en pie, golpeándome un pómulo.
Me dieron tres puntos de sutura.
Magullada por fuera y sobretodo por dentro, nos fuimos a cenar a un pequeño restaurante con mesas bajo el cielo raso plagado de estrellas.
Me miraste con cara de pena y acariciarte mi rostro maltrecho.
- Lo siento, ha sido culpa mía.
- No te preocupes, soy una torpe sin remedio , nadie tiene la culpa.
Me sonreíste. Qué guapa estabas bajo aquella luz.
- Ahora debo cuidarte. Es mi deuda contigo.- te acercaste y besaste mis puntos.
Yo alcancé a respirar el olor de tu cuerpo a frutos tropicales. Y cerré los ojos. Quería que siguieras ahí, tan cerca… y nos besamos. No recordaba un beso tan suave y dulce y a la vez tan embriagador y excitante.
Después de ese, no supimos parar, a pesar de nuestras risas nerviosas y las miradas avergonzadas.
Aquella noche descubrí tu cuerpo. El mismo que había visto cubierto con un minúsculo bikini fucsia que resaltaba tu moreno.
Pero ahora me provocaba devorarlo con mis labios.
Mis manos recorrieron cada poro de tu suave piel, explorando tus infinitas curvas y desniveles.
Tus pechos, descendían y ascendían aceleradamente con cada respiración y al pasar mi boca por ellos notaba su excitación.
Tu vientre terso, enmarcado en las caderas me hacía perder la razón y seguir más allá dónde me esperaba tu sexo húmedo y deseoso de mi lengua.
Te abrí las piernas y gemiste de placer al sentirte descubierta cual fruta en su punto de dulzor.
Seguí descendiendo por el camino seguido y descubrí tu monte talado y raso a la vista.
Estabas muy fresca y el olor incitaba a probarte.
La primera vez fue solo un lengüetazo rápido que te hizo gritar y retorcerte de placer y luego vinieron más y más hasta que te vi lista para poder entrar en tu cuerpo.
Me pediste que parara.
No entendía nada.
- No te estaba gustando? Qué pasa?
Y es cuando te colocaste al revés para poder darnos placer a la vez.
No sé qué fue más excitante si el sentirte en mi cuerpo o el ver cómo el tuyo se estremecía.
Cuando estábamos a punto de llegar nos metimos los dedos. Tu interior era cálido y suave. Con cuidado comencé a moverlos mientras seguía jugueteando con mi lengua hasta que noté los espasmos de tu vajina.
Al sentirlos me corrí y tras esperar unos segundos la sensación, nos abrazamos fuerte y nos besamos muy despacio.
Creo que fue el mejor orgasmo hasta el momento de mi vida.
Después vendrían muchos más. En la ducha, en el ascensor, en el avión de vuelta, y aún hoy no me canso de follar contigo.
He descubierto que eres lo que he estado buscando toda mi vida.
Mi amiga, mi alma que me abriga en las noches frías, a veces mi bufón, mi cuerpo del deseo y la perdición.
Qué caprichoso es el destino. Y es que nunca pensaría que estaría tan perdidamente enamorada de alguien como tú por el hecho de ser mujer.
Te quiero mi compañera e intentaré que me sigas mirando como aquel día en el que besaste mi herida y me hiciste perder la razón.
domingo, 21 de junio de 2020
Pangolín y Papaya 17
- ¿Pero qué haces? So guarro, a saber donde has metido esa boca… - tras esto Papaya se sienta a su lado y se pone a ver la peli. Tras unos segundos en silencio, Pangolín más relajado le pregunta - ¿Qué tal te ha ido? ¿has encontrado a tu Ricky Martin con veinte años menos?
- Nada de nada, carne de gimnasio pero sin vida interior…El mercado está fatal.
Pangolín le mira, se muere de ganas de decir algo. Alguna palabra que lo solucione todo pero en su lugar se acuerda de una cosa - ¿qué guarda Darth Vader en su congelador?
- Dime, Pangolín.
- Helado oscuro.
sábado, 20 de junio de 2020
Pobre diablo
martes, 16 de junio de 2020
Pangolín y Papaya 16
- Vaya hombre…yo me quedo sin diversión para que tú puedas meter en caliente. Por cierto, tiene que ser tela de raro ahora lo de quedar con desconocidos, con todo el rollo de las medidas de protección y eso. Empiezas la cita con mascarilla a dos metros y lo mismo acabas comiéndole el ciruelo.
- Que ordinario eres, ya sabes que nunca intercambio fluidos en mi primera cita. No me mires así, es una norma que casi siempre cumplo. Y cambiando de tema, mira lo que tengo pensado ponerme - antes de que Pangolín pueda decir nada, desaparece por la puerta de su habitación. Pasados unos segundos aparece con un sombrero enorme sobre la cabeza. Tal es la cara de sorpresa de su compañero que se ve en la necesidad de dar explicaciones - ya que tengo que ir con el horror de la mascara acabando con cualquier atisbo de ir estiloso, pues de perdidos al rio. A quemar todas las naves, voy llevar una pamela que ni la reina madre en Ascot…y mañana, si bajamos a tomarnos una caña donde Fermín, pienso llevar un paraguas rollo Mary Poppins, que he oído que los rayos gamma envejecen la piel… Espero que no llueva y se me moje.
- Hablando de eso…¿Sabes lo que son dos vascos en una nube?
- No, Pangolín.
- Chubascos.
Cita a ciegas. Fin
Comenzó a describir cada uno de los trocitos que componían el plato echándole miradas picaronas a mi compañero que soltaba baba por doquier. Yo, sin que se diera cuenta, me dedicaba a imitar con sorna cada uno de sus gestos y comentarios.
Al terminar, se agachó levemente para susurrarle algo a Flaneta y después acariciarle la mano.
- Qué cariñosa la señorita, no Flaneta?, No se podrá quejar del trato del restaurante.
Flaneta ni levantó la mirada del plato.
En ese momento apareció el camarero buenorro con intención de retirar la botella de vino.
La agarré adelantándome a él y le solté con mal tono; ” el Rueda se queda aquí.”
El camarero cortado, retiró el brazo y titubeante nos preguntó si queríamos un café.
- Café no, gracias, un vodka con limón, por favor. – le ordené.
Flaneta le miró con condescendencia agitando la cabeza hacia los lados.
Cuando se marchó me reprochó:
- Guapita, se ha portado muy mal con el muchacho. La noto especialmente irritada. Y esa sed que le ha dado de repente. A qué se debe?
- A nada. Quiero aprovechar que es gratis y voy a tomarme un pelotazo.- Le gruñí.
- No sea tonta fea, sólo tengo ojos para usted, sepa, la encrespada es muy dulce y sensual pero su borderio le tiene a moi el corazoncito intrigado. Venga dele a moi su manita.
- Ehhh… creo q voy a ir al baño…si necesito ir al baño.
El Flaneta estaba intentando hacerme arrumacos. Uff esto había que cortarlo como fuera y necesitaba tiempo para pensar.
Fui al Roca a paso de nazareno, el vino me ponía demasiadas curvas en el camino y no quería tropezar y caer.
Hice el camino de ida y vuelta bastante airosa pero seguía notando las miradas inquisidoras de la clientela.
Me coloqué en mi sitio. Mierda! No había pensado en ninguna estrategia! Estaba perdida! Tocaba improvisar!
- Jejejje qué tal se encuentra?
- Bien, bien, contesté tímidamente sin cruzar la mirada.
- Mirele a moi. Está especialmente bella.
Upps! Tragué saliva y le di al vodka.
- Sabe? El verde le sienta muy bian.
- El verde? Lo dice por mis ojos?
- Jejejje, no se ha visto, verdad?
Entonces me vi las manos, tenía tres dedos verdes! Mis brazos, mis piernas! Y es verdad, había encogido! Ahora era de su tamaño!
- Flaneta! Qué coño ha hecho?!
- Jejejeje tranquila, pronto volverá a ser aburrida. Deme su mano. Fiese de moi.
Parecía sincero, así que le di la mano.
Comenzó a recitar frases que a veces no entendía pero el sonido agudo de su voz y la monotonía del mismo me hicieron relajarme.
Después Flaneta se acercó, puso su frente sobre la mía y agarró mi otra mano.
Una sensación como de electricidad fluía de su cuerpo al mío, recorriendome de pies a cabeza y yendo de vuelta hacia él.
Era raro, excitante pero relajante, orgasmico contenido. No sé cuánto rato estuvimos los dos pegados creo que hasta llegamos a elevarnos del asiento.
- Qué le ha parecido guapi? Este era mi regalo.
- Ehhh, estooo, ya bueno, mañana creo que va a llover jejeje.
- Jijiji veo que le ha gustado. Io me alegro. Lo bueno que tiene lo que moi hace es que se puede efectuar en cualquier lugar sin montar el espectáculo. Jeje.
- Ennn essso le voy a dar la razón. Perdóneme por haberme reído.
- No problema! Dijo con una mueca de complicidad.
Apoyé mis codos verdes en la mesa y puse la cara sobre las manos, observándole.
- Sabe una cosa? Yo también voy a hacerle un regalo.
Le cogí del cuello y le endiñe tremendo beso. Al principio el pobre se quedó tieso como una estaca pero después se dejó llevar.
- Tremendo osculito que le ha regalado a moi, fea.
- Jejej una cosa, eso que tenía en la boca?
- Jejej no se había dado cuenta? La lengua flanetaria es bífida. – soltó junto a una escandalosa carcajada.
Y así terminó la comida del Lasarte.
Flaneta volvió a sus viajes flanetarios y de vez en cuando me enviaba un mensajito contándole a moi sus aventuras.
Y en el restaurante; en el restaurante seguro que aún no se han olvidado de aquel día.
Cita a ciegas 4
Los pobres currelas del restaurante cada vez que se acercaban a la mesa a servir algo, nos miraban con cara de odio.
Si, se podían ver claramente los cuchillos salir de sus dilatadas pupilas con objetivo claro y directo hacia la yugular.
A Flaneta y a mi eso realmente nos resbalaba.
La conversación continuó siendo de lo más sui generis y plato a plato el rato se iba haciendo más ameno.
- Sabe fea? Estoy empezando a apreciar su compañía. Hip, hip! Qué le pasa a moi?
El alcohol empezó a pasarle factura a mi amigo verde y al pobre le dio un hipo de lo más pesado y escandaloso.
- Eso es hipo Flaneta.
- Ohh! Io me voy pal otro barrio!
- No hombre, no, sólo necesitas un susto.
- Un susto?
- Si, con un susto se quita.
- Y a qué espera guapi? Asústeme!
- Ummm, nunca he asustado a un extraterrestre. Qué le da miedo?
- Las faltas ortográficas, los textos mazacote, los bodegones…sigo?
- Uy pues no sé cómo asustarle con eso. Sabe Flaneta? E de admitir que le estoy cogiendo cariño.
Mientras decía esto, me fui acercando poco a poco hasta que no cabía ni el aire entre los dos.
Verdecillo se quedó serio con la mirada muy fija y los ojos como platos.
- Este… le pasa algo? Tiene frío?
- No. Sabe lo que es un beso?
- Ehhh… eso es un osculito, no? Qué pretende? – dijo juntando el entrecejo.
- Ummm probar un bicho verde.
Se le empezó a abrir la boca como si de repente la mandíbula se le hubiera roto. Y se quedó así, seco clavándome la vista.
- Ves Flani? Se te ha quitado el hipo.
- Ummm esto ha sido una jugada sucia, fea! – exclamó enfurecido agitando su dedo largo arriba y abajo.
- No se enfade hombre.
- Bah! Mujeres!
Esto hizo que Flaneta me tuviera un buen rato sin conversación. Se limitaba a comer y beber ignorando mi presencia.
- Bueno, está bien, le pido perdón. Le he tomado un poco el pelo.
- Si, se ha burlado de moi y eso no se me perdono. Io tenía preparado algo especial para usted en los postres…
- Ah, si? Cuente, cuente!
- No, no hay nada que moi tenga que decir. Aplico el mantra de la venganza.
- Bueno, yo me lo he buscado.
Hubo cambio de turno de camareros y el último plato nos lo trajo una chica muy mona con el pelo encrespado y el rostro blanco nórdico.
- Les traigo “Lomo de merluza con kokotxas, aire de café y cayena fresca” espero que sea de su gusto señores.
Su voz era dulce como un ruiseñor y sus gestos aunque aniñados eran muy elegantes. Le di las gracias y me dirigí a Flaneta quién se había quedado otra vez con la mandíbula rota.
- Es mona la camarera.
- Siiiii! Es un ángel! Grgrgrgr
Comenzó a hacer ruidos extraños.
- Le pasa algo?
- Nooo es, es normal, moi está enamorado.
- Ah! ya, la camarera. Pues rápido se queda pillado- le reproche cruzando los brazos.
- Uy, siento celossss? – susurró cambiando el gesto a uno incisivo.
- Celos? Ja! No me haga reír. Qué iba a hacer con un medio metro como usted? No tengo ni para empezar.
- Jejeje – sonrió entre dientes- siento su enfado- exclamó apretando los labios y mirándome con los ojos medio cerrados.
- Déjese de bobadas!! Menos mal que esto ya termina!
domingo, 14 de junio de 2020
Cita a ciegas 3
El siguiente plato lo degustamos como gente normal, comentando lo típico de esto me gusta y esto no, a mi me sabe a no sé qué o este Rioja está cojonudo.
Pero en el fondo la cosa no iba bien. El bicho estaba sin chispa y me daba pena. Se estaba cohibiendo. Todo para que yo pudiera tener mi velada perfecta. Así que decidí provocarle un poco.
- Esto… Flaneta, y qué hace por tierras vascas?
- Uy un accidente. Falló el acelerador de la nave y tuve que apearme aquí.
- Jajjaja, sigue con su rollo marciano, está bien. Y en su planeta hay alguna señora Flaneta?
- Oh sí, muchas! Sepa que moi es un caballero y las tengo a todas locas. – dijo con voz profunda y haciendo postureo.
- Ya. Si, tiene pinta de sex simbol con ese traje marca paquete que lleva.
- Marca paquete? Moi no entender. – se rascó la cabeza duditativo.
- Si, que lleva ropa muy apretada marcando sus partes íntimas
- Fea, sea clara!
- Jode! Qué lleva toda la huevera espachurrada marcando bulto!
- Ehh… se equivoca. Nosotros carecemos de eso.
- Entonces cómo? Cómo hacen los flanequitos?
- Fácil. El laboratorio se encarga de eso.
- Uy. Y qué hace cuando está con una chica?
- Oh! No lo puedo contar, me da vergüenza.- dijo por lo bajito.
- Venga, no se corte y beba más vino. Ande sueltelo!
- Está bian, le diré. Le embriago con mis mantras flanetarios. Es una sensación indescriptible ver sus profundos ojos brillar como luceros y las antenas emitir un sonido celestial.
- Ya, si, a mi también me está poniendo de pensarlo.- solté con ironía.
- En serioooo guapita? Pues casualmente se me están ocurriendo unos cuantos ahora mismo a moi. De verdad que le apeteceee?- soltó con cara bobo excitado.
- Uy creo que me estoy acalorando- me serví otro trago de Rioja para disimular mi poco entusiasmo.- Dejémoslo para los postres, no cree?
- Uy no sé si moi podrá aguantarse las ganassss. – su cara empezaba a ser todo un poema. Me estaba empezando a dar pena el juego.
- Quiere que le cuente qué es lo que se hace aquí?
- No. Moi ya sabe.
- Ah, si? Y qué opina?
- Aj! mucha baba y mucho lenguetazo. A usted le pone lo femenino o lo masculino?
- Eh? Pues… Por qué?
- Si, si no se avergüence y sea descarada. Las pelis porno las ve mixtas o no?
- Jajja parece que habla de un sándwich.
- No se me desvíe el tema, fea!
- Debería de contestarle? – respondí indignada.
- Bah! Haga lo que quiera. – añadió agitando una mano y moviendo la cabeza con desaprobación.
- Creo que voy al baño.
- Si, vaya, vaya y arréglese un poco que ha venido muy desaliñada.
Cogí el camino al baño un poco mareada, pero intenté mantener postura de serena mientras cruzaba el comedor. Me mojé un poco la cara y me arreglé en el espejo. La verdad, tenía los ojos chisposos.
Arranqué de nuevo de vuelta a la mesa. Pero cuando estaba llegando vi que había una chica muy guapa sentada. Tenía un gran escote que lucía unas hermosas pechugas. Su pelo era muy largo y pelirrojo.
Al verme llegar me sonrió y pestañeó varias veces.
- No puede ser… ese pestañeo… Flanet?
- Jejeje le gusta la sorpresa?
- Pero, cómo lo ha hecho?, a cuenta de que viene esto?
- Le parezco más atractivo ahora?
- Buenooo -dije sorprendida– la verdad es que está muy guapo o guapa o lo que sea, de esta manera. No quiero decir que antes no lo estuviera…
- Venga, siéntese y deje de tartamudear. He conseguido ponerla nerviosa guapi. Jejje. Creo que lo que le mola es el porno lésbico jejje
- Cállese! Está fatal!
- Oiga, una pregunta, me puede decir si esto está bien puesto?
- El qué? – pregunté extrañada.-
- Mire aquí, agáchese.
Me asomé debajo del mantel. La pelirroja Flaneta llevaba un vestido corto color azulón.
Entonces se abrió de piernas y mostró un tremendo aparato.
Me dió un ataque de risa.
Al intentar salir de debajo, me golpeé la cabeza con la mesa tirando la botella de vino y derramándola sobre el vestido de la pelirroja.
Flaneta se puso de pie al sentir el frío líquido desbordarse en su entrepierna, lo que hizo una vez más que el comedor dirigiera su atención a nuestra mesa.
Yo iba a estallar de la risa mientras Flaneta y el camarero atraído por los encantos de la pelirroja, trataban de eliminar la tremenda mancha de su atuendo.
El Marciano decidió ir al baño.
Al volver era otra vez el pequeñito verde.
- Bonita escena me ha montado fea. Io que quería sacar sus instintos más bajos.
- Jajajja
- De qué se ríe? No era de su gusto la pelirroja?
- Si Flaneta, la pelirroja estaba muy buena pero era un travesti.