lunes, 11 de mayo de 2020

Yumiko

Yumiko era una niña con dos zapatos, y nariz, también tenía una nariz. Era una niña larga y ancha, más larga que el árbol que había fuera del colegio. A Yumiko le gustaba pegar a las niñas que no eran largas. A Makochan también.

A Makochan la arrastraba por la arena, también le rompía los mangas, le pegaba delante de todas las niñas. Makochan lloraba y lloraba, pero era resistente como un daruma de juguete. Y siempre aguantaba sus porrazos. A Makochan le gustaba la luna y las estrellas, y soñaba algún día con ser una nube de algodón de azúcar, y volar lejos a un mundo kawaii lleno de niños de animes que le gustaban.

Yumiko un día, cogió el almuerzo de Makochan y se lo tiró a la cara. Makochan saltó como un gatito y comenzó a lamerse las patitas. Yumichan se enfadó más. Makochan se rió fuerte, cogió el almuerzo de Yumichan y se lo tiró al suelo, y comenzó a pisarlo. Se fue cantando. 

Y eso es todo, señor director.

—Puedes irte, Onegashi. Hablaré con tu mamá.

8 comentarios:

  1. Jajajaja. Es genial!!!
    Me imagino que no hubo mucho esfuerzo de tu parte al hacerlo, a pesar de lo estupendo del texto. Y es que digo esto porque medio he leído algunos de tus relatos y te salen a pedir de boca estos textos.
    Posdata: Kawaiii!!!

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    1. La verdad,no he tenido que pensar mucho porque es una experiencia de mi pasado. (◠ ◕)

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  2. Mako, cada vez que te leo me transporto a otro país. Creo que tu tu fuerte es la brevedad.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Soy breve en mis explicaciones, y en casi todo en la vida, Gi. (ꈍ ꈍ)

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    3. Jiji, el nuevo reto de don Diego está hecho para tí.

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  3. Me ha gustado el comienzo diciendo que tenía dos zapatos y haces hincapié en la nariz. Es muy curioso la verdad.
    Lo que han dicho antes los demás, tus relatos no necesitan más extensión, son frescos y nos llevan a vivir tu cultura.
    Gracias Mako

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  4. Creo que si tuviera que definir tus historias les llamaría cuentos decapitados.
    Me encanta el comienzo de este, precioso.
    El final, creo es de los que más me ha desorientado.

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