¿Y tú sabes por qué es
que la vida te eligió a ti?
Como todo tedioso día,
Magda, cogió el autobús hacia el trabajo. El sudor a sobaco peludo, a pies de
señora gorda, y el fastidioso chillar de un par de niños berrinchudos le hizo
desear bajar, volver a casa, meterse en la cama, y comenzar a tocarse los
labios mientras soñaba despierta con aquel hombre de sus sueños. Camino hacia
su asiento imaginó a detalle, su trabajado torso, su ancha espalda, su barba,
sus firmes y venosos brazos, así como a esos encantadores ojos negros llenos
de... Un brusco salto de tope la trajo de vuelta a la realidad, haciéndola
sentarse torpe y súbitamente. Frunció fuerte el ceño a penas se logró acomodar,
a la par que mentalmente soltaba una peste al obeso conductor.
—Otro día más de la
misma mierda. Sí, estoy segura, esta monotonía acabará matándome —Se dijo a sí
misma mientras sacaba su celular del bolso. El cual usaba no para ver las noticias
o notificaciones de sus amigos y, o conocidos, sino para usarlo de espejo. Después
de todo, hacia tres días no servía.
Al inspeccionarse la
boca notó que había un grande y muy notorio residuo de comida en ella, y algo
más... ¡Me lleva la que me trajo! ¡Mis dientes, mi cara! ¡Por dios, qué facha! No
debí tomarme esa siesta, pero es que fue tan, pero tan rica… Observó izquierda
y derecha. Nadie observando. Con rapidez, y cierta pena, se limpió los caninos
y esa larga mancha de saliva que le cruzaba la mejilla y le llegaba al oído con
su manga. Ya decía yo que sentía cierta rigidez en el rostro. Diablos, que vergüenza…
Continuó inspeccionado su cara y embelleciéndose a mano. Mmnh… Esa cana y ese
granito son nuevos, se decía mientras se arrancaba ambos. Al cabo de un rato, tomó
confianza y se ajustó el sostén. Metió la mano en la blusa y acomodo mejor las suaves
y abundantes piezas que no encajaban en el tamaño incorrecto de la prenda. Así
siguió arreglándose hasta que, por mera casualidad, al observarse de nuevo en
el espejo, observó que en la parte izquierda superior de su celular había un
par de ojos sonriendo. La ¨sonrisa¨ pertenecía a un joven bastante alto, no
mayor a los 28. Ella respondió con una nerviosa sonrisa forzada y comenzó a moverse
con detenimiento. Guardó su espejo de manera robótica y desvió un poco la
mirada. ¿Cómo rayos es qué lo pasé desapercibido cuando me senté? ¿Estaba él recostado
y por eso no lo vi? Creo que mejor me bajo en la siguiente parada…
Un minuto después percibió
movimientos en el asiento trasero. Se va a bajar, se dijo. Mejor para mí. Se alivió.
Lo vio levantarse sin ella mover los ojos, caminar, y volver a sentarse, sólo
que, a su lado. Sintió algo frío recorrerle la nuca y la espalda; hasta donde esta
dejaba de serlo, cuando se dijo: ¿Y a este tarado que mosca le ha picado? Trató
de mantener la calma, y pasó a usar su vieja confiable; la inteligencia
emocional. Le funciono, a pesar de que le dolía un poco el corazón. Nunca fue
buena con los hombres, contrario que a con las mujeres, con ellas siempre le
fue de maravilla, sea quien fuese, nunca lograba no conectar. Aguantó todo lo
que pudo su Póker face, hasta que sintió una repentina y fuerte presión en la
mano. Se la habían tomado. La observó, grande, tersa, cálida y con un tatuaje
de ángel en ella. Después de perder 0.44 segundos observando esa enorme mano que
la envolvía, y de ver esas limpias y rosadas uñas delgadas, levantó la mirada hacia
él, y se aturdió. No por su cara de niñote andrógino muy bien parecido, que la
miraba fijamente, o por esa encantadora voz que le hablaba —pero que no comprendió
ni una sola palabra—, o por su largo cabello castaño, y bien bronceada piel, y,
o, por ese ridículo pendiente en forma de signo libra, si no, por lo que había más
allá, más allá del asiento contiguo, más allá de la venta del autobús. Sí, por
esa cosa, por esa espantosa imagen que se le quedó grabada en la memoria para
siempre: El frente de un enorme camión acercándosele a una velocidad mortal. Un
segundo después. Se imaginó ser un saco de papas siendo brutalmente zarandeado.
Las pupilas se le inundaron de continuas y entrecortadas diapositivas; congeladas en
un nanosegundo con caos, seguidas de bruscos intervalos de absoluta oscuridad y
fuerte luz. El universo había decidido girar a su alrededor de manera errática
y rabiosa por segundos que parecieron ser siglos, hasta que todo se detuvo de
forma tosca y repentina. Su visión, colmada
de un desconcierto pasmoso, pronto se vio llenada por una veloz oscuridad creciente.
Al cabo de unos instantes, la inescrutable umbra le terminó por tragar.
Una blanca luz
cegadora le saturó la vista mientras ella permanecía inmóvil. Un pie arriba en
el autobús y otro abajo, en el suelo. Completamente atónita se quedó observando
su pie derecho, incapaz de comprender que acaba de pasar. Una voz pastosa le
hizo reaccionar.
—Señora, no tengo todo
el día ¿Va a subir o no?
—Yo, yo… ¿Qué? ¿Cómo…?
—Decídase rápido por
favor, hay gente esperando.
—No, yo, yo —Un flash
le paso por los ojos. Los rosados labios de aquel individuo, a quien no lograba
memorizar su timbre, pero sí el movimiento de sus labios: No subas al autobús,
le pareció entender—. … Lo siento, perdón. Me quedo…
Magda retiró su pie y
el autobús arrancó con enojo.
—Vieja loca. Hacerme
perder el tiempo con sus ridiculeces.
Confundida y sudorosa,
contemplo sus manos temblantes. La cara la sentía fría y el corazón atenazado. Al
cabo de unos minutos de analizar, si fue un sueño o no lo ocurrido, se dijo a
sí misma: No pierdo nada con faltar un día… ¿verdad? Creo que mejor me iré a
dar un paseo por el pueblo. Mejor, sí, mejor.
Fin
Buen trabajo, tiene tu estilo y suena creíble.
ResponderEliminarComo pegas hay alguna palabra que me rechina con la imagen que me hago del personaje: poker face, 0,44 ....
Yo pensaba que al final iba a subirse para ver a su 'enamorado'
Así que al final era un ángel de verdad, buen giro. Está Magda, me ha gustado cuando se colocaba las tetas jsjjs.
ResponderEliminarBuen microrrelato
Sí! la de poker face no me gusto para nada, pero la deje, por no encontrar, o por no querer esforzarme en buscar otra cosa... En fin. Los .44 segundos, hummm. Entre que sí y no, me terminan de agradar. En fin. Así se quedo.
ResponderEliminarSí, al final era uno de verdad. :P
jeje
No sólo los flotadores salvan vidas, también las intuiciones.
ResponderEliminarMe gustó.
La primera mitad me atrapó por la cercanía con la que agarras al personaje. Resulta muy fácil empatizar con ella. En cuanto aparece el ángel, me descoloqué un poco. La poker face, la inteligencia emocional también me llamaron excesivamente la atención, no así los 44 segundos, que imagino tienen algún significado.
ResponderEliminarRecupera el ritmo tras el accidente y queda un agradable final.
LA intuición, poderosa herramienta humana :)
ResponderEliminarEl poker face y la inteligencia emocional son dos cosillas con las que me tope en mis viajes de Gulliver (en mis vacaciones) Y sí, son maremágnum de interesantes ;)
Los números sí tienen un significado, para mí, pero no son importantes. En serio. :D