—¡Miren, miren! —llegó Sofia corriendo desde el patio trasero— Lo encontré allá atrás escondido entre
las plantas del jardín.
—A ver, a ver —Dijeron
entusiasmados sus compañeros de clase—. Pero ¿qué es eso?
—Es un…
—A ver. Déjenme pasar.
Yo también quiero ver. Déjame ver eso que tienes en las manos, Sofia —Habló Pedro, a lo
lejos. Un niño un año mayor que los demás.
—No, tú no… —Sofia protegió
celosa su tesoro.
—Anda, déjame ver
—Pedro puso su mejor cara.
—Mmhhh... Bueno. Pero
no lo vayas a asustar…
Antes de terminar de
hablar, Pedro esbozó una maliciosa sonrisa y... ¡Pas!
Justo cuando Sofia extendió
las manos para mostrar su contenido, un fuerte manotazo proveniente desde abajo
impulsó a salir volando lo que fuese que estaba resguardado.
—¡No, mi animalito!
Todos lo vieron volar,
y caer.
Cayó. Hizo un ruido sordo
al tocar el suelo, y luego, después de los giros de patas en el aire y el brusco
golpe, comenzó a saltar a hacia su libertad.
—¡Se escapa! —Gritaron
todos—. A por él.
—No, no, no. Es mío ¡Yo
lo encontré, déjenlo!
—¡Ay, miren, pero sí está bien feo! —Exclamaron varios niños al ver de cerca al acorralado animal.
—Sí, es bastante feo —Pedro
expresó su falso descontento—. Mejor estaría muerto.
—No, no, ¡no le hagan
nada!
¡Crack…! Crujió, se hundió.
Sus ojos se hincharon, sus costados reventaron. Ruptura de pequeños huesos seguido
de un desparrame de líquidos viscosos.
—¡¡¡No!!!
—Agh. Qué asco. Me
ensució los zapatos. Vean lo, feo por fuera, feo por dentro.
Sofia se quedó ahí, inmóvil,
pasmada, mirando la atrocidad. Al escuchar pasos en retirada, levanto la mirada, y frunció fuerte el ceño.
—Eres malo, Pedro, ¡eres
malo…! —Sofia, con las lágrimas amenazando salir, apunto con su dedo a Pedro— ¡Te
voy a acusar con la maestra!
Pedro se encogió de hombros,
y siguió caminando.
—No me importa. —Pedro dijo y continuó alejándose, como si lo ocurrido nada tuviera que ver con él.
—Entonces... entonces —Sofia apretó los puños y exclamó—, ¡le diré a tu
mamá!
—Dile, dile —Pedro dijo despreocupadamente mientras agitaba su mano, como espantando una molesta mosca imaginaria— Haz lo que quieras, niña
tonta.
Sofia tenia los ojos inquietos y los labios apretados. Buscaba desesperadamente en su infantil mente alguna respuesta más contundente. Entonces... llegó. Y se dijo a sí misma: Entonces...
Sofia tenia los ojos inquietos y los labios apretados. Buscaba desesperadamente en su infantil mente alguna respuesta más contundente. Entonces... llegó. Y se dijo a sí misma: Entonces...
—Le diré a tu papá…
—Dijo furiosa Sofia entre dientes, y echo a correr.
Pedro se detuvo, se estremeció. Y al voltear, vio a su padre ingresar por la puerta del colegio, y a Sofia, yendo a encontrarle.
Ufff, jejej el peor temor de un niño, creo que entiendo esa sensación del compañerito dando quejas. Dale una releída, depronto se te escapó algún detallito ortográfico. Amé el final.
ResponderEliminarGracias.
Y la solución al tema de la voz era un narrador en tercera persona, lo acabo de ver clarísimo, DonDiego. Una historia sencilla muy bien contada; lo mejor los diálogos.
ResponderEliminarBuen trabajo Don Diego, pero viniendo de ti esperaba que el animalillo acabara comiendose a Pedrito
ResponderEliminarPues la verdad la escena del animalito reventado me encantó. Jeje
ResponderEliminarSi es posible dime por favor donde esta el error, Despeinada. Arregle unos pero siento que por ahí quedo otro.
ResponderEliminarMe quise evitar la fatiga, Índigo, pues no me lograba salir del todo la voz del niño, así que me fui a por ese camino.
Mira que sí, Kobeb, me dieron ganas de hacer algo más bizarro e integrar una rana mutante come niños, pero al final ya no.
jajaja... gi...
Me ha gustado mucho. Bien descrito. Se ajusta muy bien al reto. A mi me cuesta ponerme la piel de estos niños malos.
ResponderEliminarMe gusta como has captado la esencia de esos años y los diálogos quedan perfectos. El típico matón que se ensaña con los animales. Muy bien!
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