viernes, 10 de julio de 2020

Momotaro


Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de ancianos carnívoros.
Un  día  el  anciano  salió  a  la  montaña a  recoger  piedras  mientras que  la  ancianita  fue  al  río  para  lavar sushi, en eso un enorme melocotón peludo de unos doscientos kilos bajaba por el río, aguas abajo.
Ella lo recogió y se lo llevó a casa.
El  anciano  al  llegar  a  casa  se  sorprendió  al  ver  tan  enorme  bola de pelos! y dijo: “¡Qué  melocotón tan
asqueroso!, ¿lo reventamos con dinamita? Y la anciana contestó: “¡Sí, vamos a destrozarlo!”.
En ese momento el melocotón empezó a moverse y a gruñir, y de su interior salió un sapo con cara de niño.
Los  ancianos  se  sorprendieron  al  ver  a  un  engendro  salir  de  aquel  enorme  melocotón,  y  a  la  vez,  un
gran sentimiento de odio les embargó, se apalearon el uno al otro.
“¡Lo llamaremos Mamarracho! porque nació de un “momo” (melocotón) que nos queríamos comer, ¡maldito sea!

Mamarracho  comía  moscas  y vomitaba continuamente, era un asco.  Nadie  podía  rivalizar  con  su repugnante apariencia,  pero  había  algo
que preocupaba a los ancianos, éste no pronunciaba ni una sola palabra, porque era un sapo.
Por  esos  días  unos  demonios buenos  estaban  organizando  fiestas  y  montando actividades  por  todo  el
pueblo. Ante eso, Mamarracho pensaba dentro de sí: “¡Esta situación es intolerable!”.
Un  día,  de  repente  comenzó  a  hablar  y  dijo  a  sus  padres:  “¡Voy  a romperle la cara a esos  demonios!  Por
favor,  ayúdenme  con  los  preparativos  para  mi viaje.”  Los  ancianos  se  quedaron  sorprendidos  al
escuchar por primera vez la voz de Mamarracho, sonaba repulsiva que tiraba para atrás.
El  anciano,  luego  de  reponerse  de  la  sorpresa,  se  dirigió  a  Mamarracho  diciéndole:  “Hijo,  es  mejor
que dejes a esos demonios buenos hacer cosas hermosas por el pueblo, no queremos que hagas nada de eso”.
Pero  los  ancianos  al  ver  la mala pinta que tenía  Mamarracho, decidieron  ayudarle  en  lo  posible  con  su
aventura hacia la muerte.  Le entregaron un sudario y de alimento la ancianita le había preparado cieno y fango.
Mamarracho  partió  hacia  la  isla  de  los  demonios buenos.  Los  ancianos  rezaban  a  dios  para  que  su  hijo  se volviera guapo y fornido. Éste se encontró en el camino con un perro sarnoso. El  perro le dijo: “¡Oiga! Deme
un  “dango”  por  favor.  Si  me  lo  da  le  ayudo”.  Mamarracho  le  entregó  una bola de cieno  y  el perro vomitó en su cara. El perro sarnoso se unió, pero esperaba que consiguieran comida.
Momentos después se encontraron con un mono adicto a comer bananas, el cual pidió a Mamarracho  lo mismo que el perro.
Momotaro tomó una bola de fango y se la tiró a la cara, el mono le propinó un bofetón y le amenazó de muerte, y le extorsionó para que consiguiera comida tan pronto como fuera posible.
En  el  camino  a  la  isla  de los  demonios,  encontraron  a  un  cerdo alado con pico,  el  cual  pidió  lo  mismo  que  los
anteriores, y Mamarracho hizo exactamente lo mismo. El pájaro cerdo le picoteo su cabeza calva verdosa, le salieron verrugas y dio aún más asco que antes. El pájaro cerdo le maldijo, y le siguió con la condición de que consiguiera "dango" tan pronto llegaran a la isla.

Pasaron  unos  días  y  llegaron  por  fin  a  la  “isla  de  los  demonios buenos”.  El  pájaro cerdo  realizó  un  vuelo  de
reconocimiento  y  al  volver  dijo: "Ahora  todos  están  tomando  sake sin alcohol vegano".  Mamarracho  pensó  que  era  una
buena ocasión, y se dirigió hacia ellos, porque sabía que se llevaría una paliza segura.
Pero  no  podían  entrar  porque  el  portón estaba  lleno de flores hermosas y bien abierto, a Mamarracho no le gustaban las flores.  En  ese  momento, el  mono saltó  el  portón  y
comenzó a comerse todas las flores.
Los cuatro entraron a la vez y los demonios quedaron sorprendidos al verlos, les ofrecieron zumo sin alcohol. El perro mordió a un
demonio rosa que profirió un gritito y comenzó a sangrar, el mono arañó a otro de color azul pastel que comenzó a revolcarse en el suelo y a gemir como una comadreja en celo, mientras que el pájaro cerdo picoteaba a un tercero de color melocotón, esto dio muchas arcadas a Mamarracho.
Mamarracho  dio  un  cabezazo  al  jefe  de  los  demonios, que era bello y delicado,  y  le  dijo:  “¡He  venido  a  darles  castigo  por  las fiestas y las actividades sociales!".
Los demonios se arrodillaron ante él : “¡Lo hacemos por el pueblo, queremos enseñar y divertir!”.
Mamarracho vomitó, pensó, volvió a vomitar, volvió a pensar, y volvió a vomitar. Los demonios, ante tan grotesco espectáculo, comenzaron a vomitar también de colores, todo se volvió hermoso y colorido. Mamarracho, al ser tocado por los vómitos mágicos de los demonios, se convirtió en un chico atractivo y fornido.
Volvió al pueblo sin tesoro, el pueblo se había vuelto un lugar inhabitable: la gente se propinaba puñaladas y se robaban la cartera los unos a los otros. Suspiró, y dijo: "Esto sí que es hermoso". Se fue caminando feliz a una sauna de hombres varoniles.

El perro sigue teniendo sarna. El mono sigue siendo adicto a las bananas, ahora además a los esteroides. El pájaro cerdo acabó siendo la comida de los ancianos, que después se volvieron veganos y consumidores de melocotones.

11 comentarios:

  1. Mako San, no sé en que está basado tu cuento pero sí que me ha resultado divertido.

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  2. No conozco el cuento original pero me ha quedado todo claro, excepto lo de los dangos, qué es eso? Se comen? Si están buenos, mándame un par a la sauna de hombres varoniles

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    1. Se comen los kibi dangos, sí. 🍡🍢🍡🍢🍡

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    2. Se comen los kibi dangos, sí. 🍡🍢🍡🍢🍡

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    3. Se comen los kibi dangos, sí. 🍡🍢🍡🍢🍡

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  3. Umm no sé qué decir ante este derroche de sin sentidos. Te doy la enhorabuena por ser capaz de juntarlos todos y hacer esta historia. Por cierto, lo de la sauna varonil me ha parecido curioso, el sapo era gay?

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  4. Jajajaja, no paré de reír en varias partes de tu cuento. Por cierto, tuve que leer el cuento original para entender mejor tu versión. Admito que algunas cosas me dieron asco, pero otras me hicieron carcajear bastante. La verdad, no estuvo mal.

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  5. Esperaba que te hubiese dado asco todo.(−_−;)

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  6. Jajaja, me he partido el culo con esta historia. Muy en tu línea de siempre de dar asco y miedo. Gracias

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