Un efímero haz de luz aparece y por un instante todo se vuelve blanco. Su refulgente estela aún perdura unos segundos sobre el negro de la noche como una cicatriz en el cielo. Es algo mágico, realmente hice bien al no entrar directamente en la cabaña y quedarme unos segundos mirando las estrellas. Me entretengo buscando Polaris, me da tranquilidad el que haya algo permanente estable entre tanto caos. Como a los antiguos marinos, a mí también me sirve de guía en mi camino. Me rodea la tranquilidad del campo solo roto por el esfuerzo de los grillos por destacar sobre el resto.
Camino lentamente hasta la entrada, mis músculos claman por un descanso después de un largo día de ruta. Me quito una bota y la dejo caer pesadamente junto a la entrada, después hago lo mismo con la otra. Ya dentro de la casa coloco el macuto en el suelo y mis fatigados hombros gritan aliviados. Aun a oscuras palpo las paredes en busca del interruptor. Cuando lo encuentro, una desnuda bombilla incandescente ilumina a duras penas la habitación. Una sala llena de polvo y telarañas, apenas ocupada con unas literas al fondo y un pequeño tragaluz en el techo, es todo lo que necesito para pasar la noche.
Me quito la ropa sucia y húmeda de sudor y me pongo el recambio, igualmente sucio pero al menos seco. En ese momento algo me llama la atención y llevo la vista hacia arriba, lo suficientemente rápido para ver un destello de luz. Demasiado intenso para ser una estrella, pero no me da tiempo a pensar demasiado tiempo en ello porque en seguida escucho un estruendo fuera de la cabaña. Rápidamente salgo de la casa pero todo se encuentra igual ¿Una estrella fugaz puede llegar a estrellarse contra la tierra?
Dirijo la mirada hacia el lugar desde donde me pareció que venía el ruido, pero solo veo sombras de arboles. Miro hacia la negritud de la noche y cuando me devuelve la mirada siento que se acelera el corazón y me invade la inquietud, tanta que entro en la casa. Para tranquilizarme busco la cena en la mochila, una lata de atún y un pan reblandecido por la humedad, un menú acorde a la estancia. Aún algo inquieto, me siento en el suelo apoyado contra las literas y me obligo a comer. En ese momento la luz de la bombilla empieza a oscilar hasta que finalmente restalla, dejándome a oscuras. Nervioso me pongo de pie mientras intento tragar algo del correoso pan, aunque el nudo del estomago me lo pone difícil. En medio de la habitación escucho los inquietantes sonidos de la noche, demasiado intensamente. Me fijo y veo que la puerta está abierta. Permanezco inmóvil unos segundos, dudando. Sintiéndome estúpido camino hasta la puerta y sin atreverme a mirar fuera, la cierro de un portazo. Apoyo mi espalda contra ella mientras observo la oscuridad, solo rota por la tenue luz que entra por la claraboya. Notó mi respiración agitada mientras miro hacia la pequeña porción de cielo visible desde mi posición. Algo más tranquilo intento recordar donde estaba mi cena para terminarla y meterme en el saco a descansar.
En ese momento siento como la puerta se abre, intento hacer fuerza con la espalda pero es inútil. Se abre un poco más hasta que siento como algo me rodea la cintura. Antes de que pueda comprender que está pasando un enorme tirón me saca de la casa. Todo sucede muy rápido, me encuentro en medio de la oscuridad hasta que un efímero haz de luz aparece y por un instante todo se vuelve blanco.
La inspiracion para el relato la saqué de una pesadilla que tuve hace unos días, curiosamente el año pasado me pasó lo mismo #lasvacacionesnomesientanbien
ResponderEliminarCreí que habían venido los aliens por tí. jeje la comparación de la cicatriz en el cielo me pareció muy linda.
ResponderEliminarGracias Despe, yo mas bien diría que me dejaron hace tiempo
EliminarEstupendo viaje. lo contaste como si estuvieras ahí. Sólo una cosilla: Lo suficientemente rápido para veZ un destello de luz. Algo ahí no me cuadra. Por lo demás, me gusto mucho la narración, tranquila y bien llevada.
ResponderEliminarCorregido, gracias por avisar, se me pasó
EliminarEsto es como el día de la marmota? Y luego yo ando misteriosa...
ResponderEliminarA mí las perseidas me hacen pensar en el paso cíclico del tiempo y de ahí el toque misterioso
EliminarHe recreado en mi mente las escenas que describes en este relato, he visto a un chico cansado, sin hambre, con miedo, solo, perdido en la oscuridad, roto y secuestrado por el tentáculo de un pulpo terrestre de color negro.
EliminarAl principio pensé que estaba en la cabaña por placer, después me di cuenta que huía de eso que se lo llevó. Me dió miedo.
Mola, el FLaneta a venido a por ti gatito. Muy bien el ambiente de tensión creado.
ResponderEliminarSi es flaneta me hará exploración anal
Eliminar