- Por el todopoderoso Aulë, maldito el momento en que me encomendaron esta misión, no tendía que estar aquí – dice el enano mientras suelta su pesada maza haciendo que retumbe la tierra a nuestros pies y coge un tazón humeante. Solo la comida es capaz de alejarle de su arma. Sin miramientos sorbe estruendosamente la sopa mientras me echa miradas hostiles. Los enanos suelen ser seres asperos, pero este parece el lomo de un dragón. Desde que comenzó el camino en ningún momento ha hecho el menor esfuerzo por disimular su desagrado. Como si para mí esto fuera un panecillo con miel de lavanda. Cuando mi padre me dijo que partiría en busca de las piedras mágicas de Rasendil imaginé que iría acompañada de algún apuesto elfo dorado con largos cabellos color plata y que lucharíamos contra fieros dragones. En cambio aquí me hallo, rodeada de mortales y comiendo sopa de cebolla en medio de un bosque perdido.
- Deberías sentirte alagado por tomar parte de esta heroica misión – dice el hombre con voz engolada y sacando pecho. Si no fuera tan estúpido hasta podría llegar a ser atractivo, para ser un hijo del reino de Númenor, claro. A pesar de no tener la prístina belleza de los primeros elfos, tiene algo, un atractivo salvaje. En medio de la lóbrega noche y a la cálida luz de la hoguera sus rasgos se acrecientan. Tiene aspecto de animal feroz, con esa barba poblada y esa mandíbula tan masculina. Sus ojos, color castaña otoñal están llenos de vida a pesar de su efímera existencia, sin duda posee algo de sangre de los antiguos reyes de los hombres.
- Quédate tú con la gloria – vuelve a la carga el enano con restos de sopa por la rojiza barba color raíz de sauco - Yo solo veo que me han metido en este berenjenal con pocas opciones de salir con el pellejo intacto. Nunca es agradable tener que compartir tan largo viaje con un elfo, pero ¡orcos fritos! aun peor si es hembra. Esto es un despropósito. ¡Y un hobbit! Si es pequeño hasta para mí… por cierto ¿dónde está ese botarate?
- Hace largo rato que no le veo, cierto es – dice pomposamente el hombre. Es verdad, desde que se ausentó para buscar unas hierbas aromáticas para añadir a la sopa no ha vuelto. Es una lastima, de los tres el mediano es el único agradable. Vale que es una raza de gente simple y corta de miras, pero también son una monada… Si padre me dejara adoptaría uno rubio.
- Gente peculiar estos medianos – dice el enano mientras se sirve otro tazón de sopa, un trozo de carne de lechón y de un salto vuelve a sentarse en el tocón dejando los pies colgando. Sin ningún recato continúa hablando mientras me señala con el trozo de carne – ay el cerdo…el cerdo es la bomba niña, la bomba… Como decía, son gente extraña pero valerosos. Sin duda conoceréis la historia de Carcen cabeza de jabalí. Era el hobbit de mayor tamaño que jamás he conocido, de unos seis pies. Conocida sobradamente es la historia de su muerte.
Todo sucedió al acabar una batalla en la que luchamos hombro a hombro. Ese día en aquella maldita colina se juntaron diferentes gentes de la tierra media para luchar contra una ejercito de orcos venidos del sur. Hacia un frio tan terrible, que si no te dabas prisa al mear se te congelaba la verga. La contienda duro un día con su noche pero al final mandamos a esos malnacidos al infierno de donde salieron. Al acabar victoriosos, todos: hombres, enanos, hobbits y elfos nos encontrábamos eufóricos y el vino empezó a correr sin medida. En medio de ese desenfreno un rey de los hombres decidió pasear entre sus huestes para mostrar agradecimiento. Medio borracho como estaba y con la oscuridad de la noche, en medio del paseo le pareció ver un niño de espaldas. Extrañado por encontrarle en un campo de batalla decidió levantarle en volandas para celebrar con él, pero grande fue su sorpresa cuando al alzarlo se dio cuenta de que este no era otro sino Carcen cabeza de jabalí. El hobbit ultrajado, sin importarle la realeza de aquel hombre, cargó furioso contra el rey dispuesto a ensartarle con su espada Brilo. Y por Aulë que casi lo consigue, si no fuera por la guardia personal del reyezuelo. Pero antes de caer muerto se llevó a tres o cuadro hombres por delante. Una lastima que un mediano tan valido con la espada cayera por tal estupidez.
Pero más interesante que su muerte fue la historia de como consiguió su espada Brilo. Lo oí de su propia boca la noche antes de la batalla, con un barril de hidromiel para calentarnos y bajo las brillantes estrellas que nos recordaban lo insignificante de nuestra existencia.
“Siendo yo aun un jabatillo de teta llegó a mis oídos la historia de un enorme lobo que estaba sembrando el terror a cierto pueblo de la comarca cercano al bosque negro. Muerto de miedo fui hasta el lugar, quería correr aventuras y ganar fama para que las chicas me hicieran caso. Cuando llegué, los lugareños me contaron que la alimaña era tan grande que parecía una reencarnación del mismo Carcharoth, el padre de todos los grandes lobos de la antigüedad. Grande como un caballo, según decían podía tragarse a un hobbit de un bocado, con coraza y todo. Con la boca chica les prometí a los lugareños acabar con la alimaña aunque la verdad que no tenía ni idea de como lo iba a hacer. Me indicaron donde estaba su madriguera y después de una noche sin dormir por puro miedo, con el alba salí en su búsqueda. Mi intención era sorprenderle con la luz del día y acabar con él mientras dormía en su madriguera. Pero por mi falta de conocimientos y según mi parecer, por mediación de algún encantamiento, me sorprendió el atardecer. Por un instante pensé en volver al pueblo, pero el imaginarme la vergüenza y las risas de las gentes me insuflaron valor. Con una antorcha en la mano y mi daga en la otra entré en su guarida. Aterrado recorrí toda la estancia, temiendo a cada instante que la bestia apareciera. Pero no fue así, no hallé al lobo ni a bestia ninguna, lo que si que encontré fueron numerosos tesoros por toda la cueva. Supuse que debía ser el botín que habría acumulado la alimaña a base de devorar a inocentes. Se me pasó por la cabeza llenarme las alforjas de oro y escapar de alli olvidándome del asunto, pero pudo más mi hambre de fama que mi razón. En lugar de agenciarme alguna reluciente presea, me llamó la atención una daga de hombre que en medio de aquella oscuridad parecía que brillaba con luz propia. La cogí en mis manos y me sentí poderoso, como uno de los antiguos reyes elfos. De repente un aullido me saco de mi ensimismamiento y me heló la sangre. Me giré hacia el ruido y en la entrada de la cueva me encontré con un par de ojos escarlata refulgentes como el fuego. Aterrorizado aferré la espada mientras el lobo corría hacia mí con sus fauces abiertas. Yo estaba a punto de derrumbarme cuando una fuerza mágica proveniente de la espada me insufló animo. Sin yo poder controlarla el arma empezó a moverse deteniendo las acometidas de la fiera y en menos de dos segundos rajé la garganta de la bestia. El animal empezó a soltar gran cantidad de sangre por la boca y a hacer un ruido extraño y ronco. Era una especie de estertor anunciando su inminente muerte. En cuanto el ruido cesó supo que algo importante había cambiado dentro de mí, a partir de ese día jamás volvía tener miedo.
Aragorn, hijo de Arathorn, decirle al que pone la norma que se la acaba de pasar por el forro es un poco raro, no?
ResponderEliminarNo me quedó claro qué querías contar aquí, empiezas con una elfa que va a buscar unas piedras y acabas con un enano contando historias.
En lo que a mi me toca, apruebas con un 5, porque fantástico es, desde luego, pero para nota pide a Diego unas clases particulares
Siempre me he conformado con el 5 ... :)
EliminarA ver, yo no lo veo tan negativo, tenía que crear un relato fantastico y ahi está. Otra cosa es que me flipe e intente rizar el rizo. La idea era crear un historia dentro de otra historia y esta dentro de otra...jugar un poco en definitiva. Pero quiza si haya suspendido, la verdad que no he conseguido emocionarme con una historia de elfos...
Pues no sé que clase de medida tienen por allá para calificar pero por acá va del 0 al 10, y el 6 es reprobatorio. Leí tu texto 3 veces por que me gusta la fantasía pero he de admitir que la primera parte me confundió, no supe bien quien decía qué, a veces. Echo en falta detalles en la batalla, que, como es bien sabido, es mi talón de Alquiles. Me gusto mucho eso de el Lomo de Dragón, y las piedras mágicas de Rasendil. Igual y te lo robo. En fin. Yo te pongo un 7.1. Da la casualidad, que para fantasía soy muy exigente. jajaja.
ResponderEliminarMe gusta la ambientación y la forma de usar el léxico. Te has tragado todas del señor de los anillos, fijo. Pero me quedo un poco ahí, sin saber que decir, con la sensación de que no ha pasado nada. Una pena pq te queda de vicio.
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