Lunes, día 1443:
Querío diario, hoy ha sio un día de los más raros desde que he llegao al arsa y daun. Y es que iba por la calle, meneando el culo como siempre, y van y me gritan: ¡Guapa! pero con un acento mu raro que yo como que me entero porque estoy mu acostumbrá a que me griten de tó, pero guapa y mariconazo, como las he oído tantas veces, esas dos las distingo yo en medio de un bazar. Total, que me giro pa ver quién es y casi me caigo desmayá al suelo, que se me para una limusina al lao y asomando la cara por la ventanilla ahí estaba el hombre ese del pelo naranja con nombre de pato, el Donal Tram. Y yo me acerco y le digo: ¿Y tú que quieres, mi arma? Y el tío se ríe como un tonto nabo y el chofer me dice que si nos lo montamos, que su jefe quiere mirar. ¡Si es que a mí me tocan los piraos!
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Martes, día 1451:
Querío diario, llevo tres días que me lo hago con el zanahorio, ¡es que siempre me acaban convenciendo..!
Pues hoy ma llegao una invitación de la Casa Blanca pa la fiesta del Jalogüín: “Señorita Cristina Ortiz y acompañante” pone en la tarjeta. ¡Señorita y to! ¡Casi se me caen las bragas de la emoción!
Ya he llamao al Borat pa que se venga conmigo, pero ahora tengo el choto gelatina porque no sé qué ponerme. Ya he vaciao to el armario, he revisao mis modelitos uno a uno y no me vale na. El último mes m´a dao antojo de ensaimada y me he puesto algo morcillona. Total, que me tengo que ir de compras. He mirao unas telicas en el Amazon pero no me llegan ni pa un apaño, así que mejor me paso por el Primark de Arroyomolinos, de camino a casa del Borat, a ver si luego entre los dos se nos ocurre algo.
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Sábado, día 1455:
Esta noche ha sio la fiesta. Un puterío todo. Yo y Borat nos fuimos pallá, los dos divinos, yo iba con un vestido de gasa y pedrería que parecía una reina mora y en la cabeza la tiara que mabía regalado Sara Montiel, que cuando la conocí me dijo ¡Qué guapa eres! Y me regaló la tiara que había llevao en no se qué película. Total, que entremos los dos en la Casa Blanca.
Tos disfrazaos y nos miraban raro. “Que es Jalogüín”, nos dijo uno, “que no asustais”, dijo otro. Nosotros nos lo pasamos por las aletas del coño, “Si vamos de miedo”, contestamos y nos fuimos directicos pal papeo gratis. Y de repente, un tío arrugao como una pasa se me acerca y me dice: “Dulcinea, dama mía”, y no sé que más porque hablaba mu raro. Llevaba puesta una armadura y un casco y una cosa en la mano como una lanza. “Ay mi arma, háblame en cristiano que no sé lo que tú me dices, ni que fueras Don Quijote”, le dije. “Lo soy, Don Quijote de la Mancha pa servirla, mi señora”, respondió, y se me tiró de rodillas a los pies y el Borat se meaba de la risa, el muy maricón.
No me extraña con este cuerpazo, pero no se me despegó en toa la noche. Me daba la vuerta y allí estaba detrás el tío, que decía que tenía que velar por mí y protegerme hasta la muerte. “¡Sí ya estoy muerta, jodío!”, le grité, pero na. Y yo que quería hacer el salto del ángel con un maromo guapísimo de dos metros que vi al entrar, “¿me viá tené que conformar con el Borat y un sangüich de nocilla?”, pensé. ¡Por el coño de la Bernarda, que nanai!
Cogí, me subí a la mesa y me puse a cantar “Veneno pa tu piel”. Todos los hombres me comían con los ojos y el Donal el que más. Don Quijote no hacía más que pedirme que bajara de la torre que me iba a lastimar, y yo: “Pero que dices, estás como una cabra” y a lo mío otra vez. De repente veo a la Melania venir derechita pa mí, con los ojos que le hacían chirivitas. Me empezó a gritar como una verdulera, la que se creía la gran señora. “'¡Maricón!”, decía, “¡Más que maricón, fuera de mi casa!” Y yo, que no me asusta ná, le dije que sí, qué era maricón puro de oliva, pero que a su marío le gustaba más mi tiburón que su coño de hojalata.
Se me echó a las piernas como una perra y yo me caí de la mesa y encima suyo y ahí ya se armó. Entre que llegaron los de seguridad y no, le puse la cara como una tarascá. ¡Anda, menuda soy yo!
Más gente se lio a mamporrazos y la fiesta se fue a tomar por saco. A Borat y a mí nos dieron una paliza que yo pensé que nos iban a matar y nos echaron. Ni en Adra mabían tratao tan mal. Nos quedamos allí los dos tiraos en el suelo, llorando, hasta que de repente escuchemos un ruido fuerte de motor y un deportivo rojo derrapó delante de los dos. De allí mismico se bajó la Teresa de Calcuta con un modelazo alucinante de cuero negro to ajustao y gafas de sol y nos dijo que ¡arriba! y que subiéramos que nos iba a enseñar lo que era una fiesta de verdá.
Y pallá vamos ahora, querío diario, ya te contaré. Digo.
Está simpatico aunque he de reconocer que a la Veneno no la he tratado mucho y no sé si te has metido en el papel.
ResponderEliminarUn relato muy bien construido con inicio, nudo y desenlace e incluso un girito final.
Gracias Kobbe. Tuve que ver vídeos por ahí porque estaba igual.
EliminarPuaj, no conozco a la veneno. Pero supongo que debe ser tremenda polémica por donde pisa. El final con la madre teresa con su deprtivo rojo es unntoque de fina coquetería.
ResponderEliminarEra un transexual que debió montarlas gordísimas en los 90, por mal hablada y hablar de más, hay quién dice que se la cargaron. Ahora vuelve a ser noticia porque ha salido una serie basada en sus memorias que al parecer está muy bien por como enfoca el rollo LGTB.
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